Moisés MOLINA*
Estamos en fechas de graduaciones.
Nuestros hijos y ahijados han vencido otra etapa de esas en las que convencionalmente también hemos dividido la vida.
Nuestra vida se mide bajo varios parámetros y uno de ellos -de privilegio- son los grandes ciclos escolares.
Al margen del desastre de nuestros sistemas educativos ver a nuestros seres más queridos terminar el kínder, la primaria, la secundaria, el bachillerato y la universidad representa uno de los momentos más importantes de nuestras vidas.
Sobre todo en lugares como Oaxaca donde estudiar no es posible para todos.
La dimensión de esos logros se al cabeza a comprender cabalmente ya avanzada la vida. Y es también con los años encima que nace la auténtica gratitud hacia nuestros padres o quienes lo hicieron posible.
Y es que dar educación a niños y jóvenes, aun cuando es una obligación del Estado, representa auténticos sacrificios para la familia; sobre todo, los padres.
Pero hoy quiero reconocer y honrar especialmente a la madres autónomas, a los papás que están solos, a los abuelos, a los tíos y a todos aquellos que sostiene los hogares donde nuestros niños y jóvenes “se logran”.
En todo hogar donde no existe una “familia tradicional” con el soporte compartido que implica la presencia de una mamá y un papá, el esfuerzo se multiplica y el mérito de los graduados se exponencia.
La realidad de nuestras sociedades engendra muchísimas infancias y juventudes rotas, incompletas, carentes, atormentadas que son presa fácil de los nuevos jinetes apocalípticos que cabalgan el crimen organizado y los nuevos distractores salidos de las pantallas de los teléfonos.
Por más que nos esmeremos, el éxito en la vida sigue estando en las manos preponderantemente de nuestros niños y nuestros jóvenes. Y lo único que podemos hacer por ellos es brindarles un entorno donde aprendan a tomar buenas decisiones y a corregir las que se hayan tomado mal.
Por eso hay que festejar y mucho cuando uno de los nuestros supera un nivel más.
Hace unos días tuve la fortuna de ser padrino de una graduada de la Prepa 5.
Ahí, el rector de la UABJO prefirió, durante su intervención en el programa, abrir los micrófonos a dos mamás y un papá que espontáneamente subieron al estrado a hablar con el corazón y hablaron un poco de lo que hoy aquí les comparto.
Fue un gran gesto de Cristian Carreño que debía marcar precedente para que las clausuras dejen de ser meros actos protocolarios y se conviertan en auténticas y útiles experiencias de vida.
También toca a los directivos y profesores corresponder todo ese sacrificio sabiendo estar a la altura con una formación de calidad que les permita a los graduados enfrentarse a la vida con buenas herramientas y las mejores armas.
Se ha repetido hasta el cansancio - y ejemplos en el mundo sobran- de que los países que han transformado su historia de tragedias en prosperidad han comenzado por la educación.
Felicidades entonces a los graduados, a sus tutores y a los buenos maestros .
*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca.
